El gardí es un pez muy divertido y técnico que se captura con diferentes técnicas de pesca. La boloñesa es sin duda la más querida por los italianos, además de ser la más divertida y deportiva.
Obviamente, debemos respetar algunas reglas básicas para tener éxito en su captura porque estamos tratando con un pez muy inteligente.
Seguimos paso a paso los consejos....
Observar y aplicar
La observación de la morfología de los peces proporciona información importante sobre cómo y dónde presentar el cebo.
El gardí tiene ojos grandes, casi como un depredador, donde la vista constituye un sentido importante para nutrirse. La forma aplanada del cuerpo ayuda a los peces a moverse en ambientes ricos en obstáculos, como pastizales gruesos.
Por último, la forma de la boca, orientada hacia arriba, indica dónde le gusta al gardí buscar comida en el lado opuesto de donde lo hacen los peces como los barbos, las carpas y las bremas.
Si el cebo, gusanos o maíz, viaja justo fuera de las hierbas acuáticas o justo encima de ellas el encuentro con el gordo gardí que viven allí es casi obvio.
El uso de gusanos "ahogados" o maíz machacado sirve para aligerar aún más el engaño al impedir que se esconda, perdiendo su efectividad, entre las hierbas del fondo. En casos extremos, incluso un arco de pan que apunta al anzuelo se convierte en un mordisco que difícilmente será ignorado por nuestro amigo.
Cebar con juicio
Toda la acción de pesca, desde la preparación del montaje hasta el cebado, debe tener en cuenta la abundancia de vegetación acuática presente en los tramos de río donde se encuentra el gardí.
En particular, es necesario evitar que las larvas y las harinas de atracción se escondan dentro de las hierbas acuáticas, haciendo vano cualquier intento de atraer a los peces cerca de nuestro cebo.
Las harinas deben ser humedecidas para obtener la desintegración justo antes de la llegada al fondo, algún paso vacío puede ayudar a comprender dónde hay pasillos con hierbas menos abundantes más adecuados para iniciar la obra de recuperación.
La adición de larvas vivas ayuda a que la bola funcione correctamente acelerando el descascaramiento, juntar más larvas es simple: basta con congelar los gusanos al menos la noche anterior a la sesión y unirlos al engodo justo antes de mojar la harina, de esta manera se obtiene una bola llena de larvas igualmente atractivas que soportan una mayor cantidad de ellas sin que la mecánica de la bola sufra grandes cambios.
Esto es posible gracias a la débil corriente que permite rentabilizar incluso el uso de larvas simples, en pequeñas dosis, siempre aguas arriba del punto en el que se entra a pescar, de esta manera incluso algún cacho grande puede unirse al banquete.
Cuando la forma cuenta
Los flotadores utilizados tienen diferentes formas y características, manteniendo al mismo tiempo una buena sensibilidad a la alimentación y estabilidad: el primero, de 3 gramos, tiene una larga deriva de carbono, un anillo de retención de hilo en el cuerpo en la posición clásica y una antena de plástico lleno pintada.
La forma de gota, si se calibra con cuidado, asegura una lectura perfecta incluso de las comidas más delicadas y se presta con el cebo desprendido del fondo.
El segundo, de 4 gramos de peso, siempre tiene una deriva de carbono y un pequeño anillo fijado externamente al cuerpo. La forma de gota alargada e invertida, diseñada para aguas más rápidas, permite una pesca prolongada y continua para facilitar los movimientos fluctuantes del cebo con un terminal bastante largo.
La antena hueca, más grande y de color traslúcido, ofrece una excelente visibilidad cuando el sol alto produce reflejos molestos y cambios continuos de luz en la superficie del agua.
Un par de alternativas
A menudo, dan buenos resultados de dos maneras de establecer la distribución de las bolas, diferentes geometrías para presentar el cebo de una manera diferente, pero igualmente efectiva. Con una corriente que requería alrededor de un par de gramos de plomo alternamos dos líneas, una de 3 gramos y otra de 4 gramos.
La elección de pesos ligeramente sobredimensionados con respecto a la fuerza de la corriente permite una rápida entrada en la pesca sin tener que colocar todo demasiado arriba con respecto al lugar cebado.
En la primera, hicimos una corona más bien abierta en la geometría clásica de la "cola de ratón", comenzando con una bolas de 8 y subiendo cada 3 bolas de un tamaño y terminando con 7 bolas del nº 3 para un centro de gravedad bajo comparado con una profundidad de unos 6 metros.
Un terminal de longitud media, alrededor de 30/40 cm y una profundidad fija bien desprendida del fondo han permitido que el cebo pase sobre la hierba sin hacer ningún tipo de retención, simplemente acompañando al flotador en la línea de paso dejando la única tarea al plomo para sostener el cebo sin inclinaciones con respecto al flotador, el bajo centro de gravedad asegura la rápida percepción de las comidas más secas.
En el segundo caso, la elección de un 4 gramos viene dictada por una corona menos densa con torpille. En el ojal, la primera bola es la número 11 con la segunda bola número 10 bien espaciada y la tercera bola siempre número 10. La distancia disminuye hasta la torpilla en la que se deja la tarea de calibrar gran parte de la capacidad del flotador.
Una pesca constante, pero no excesivamente forzada, permite una línea baja muy ligera y al largo terminal de viajar bien estirado sobre las hierbas anticipando la mayor parte del montaje.